El pueblo abandonado de Belchite y su historia
Belchite es un pueblo
situado en la provincia de Zaragonza. El pueblo viejo esta tocando al
pueblo nuevo de Belchite, ya que después de la guerra civil fue
destruido por la batalla de 1937. Los civiles supervivientes
decidieron volver a construirlo para no recordar lo que sufrieron
durante esos días de luchas y muertes.
Muchos investigadores de
nuestro país conocen su historia y sus fenómenos paranormales que
han aparecido a lo largo de estos años. Pero me centrare en contaros
lo que ocurrió en esas ruinas abandonadas que agonizan con el
tiempo. Cuando conoces la historia y visitas el pueblo és cuando lo
comprendes más y sabes el motivo de sus lamentos. En la actualidad
el pueblo va desapareciendo poco a poco, pero nadie hace nada para
que se mantenga, yo creo que él mismo quiere desaparecer y que nadie
intervenga en su intento de ser olvidado. ¿Sera por su historia, por
la carga tan grande que lleva después de esa batalla y sus victimas?
Esa pregunta quedara en el aire, por eso la considero unos de los
pueblos más misteriosos y interesantes de nuestra península.
La Batalla de Belchite
tuvo lugar entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937 en la
ofensiva republicana sobre Zaragoza. La pequeña población en el año
1935 tenia 3.812 habitantes. A principios de 1937 fue objetivo de las
tropas republicanas en el Frente de Aragón. Decidieron atacar
Zaragoza, con objetivo de conquistar esta importante ciudad y
conseguir ataques nacionales contra Santander, que obligaría a los
nacionales a desviar un gran número de tropas a la zona. Pero se
encontraron por el camino con Belchite.
El peso de la ofensiva
contra Zaragoza lo llevaría el denominado “Ejercito del Este”,
comandado por el general Sebastián Pozas y compuesto por unos 80.000
soldados republicanos. Como apoyo este ejercito contaba con unos 90
aviones y con 105 tanques T-26 soviéticos.
Para defender Zaragoza,
el general nacional Miguel Ponte contaba con el quinto Cuerpo de
Ejército Nacional, compuesto por las divisiones de infantería, más
3 brigadas móviles en reserva. En total más de 70.000 hombres a los
que se sumaban 65 aviones alemanes y una compañía de tanques
italianos ligeros. Posteriormentes se unirían a la batalla 80
aviones italianos y dos divisiones mas de infantería.
La
conquista de Belchite fue encargada por el mando republicano a dos de
sus mejores divisiones: la 11ª de Líster (brigadas 68ª, 9ª y
100ª) y la 35ª del general Walter, conformada por la 32ª brigada y
la 11ª y 15ª brigadas internacionales (recordemos que esta última
se había distinguido en la conquista de Quinto).
Los primeros ataques republicanos tenían por objeto “apretar” el cerco sobre la población, ocupando para ello las afueras de la misma y obligar a los defensores a concentrarse en el casco urbano. El 29 de agosto los republicanos conquistaron la ermita de El Pueyo, y al día siguiente el vértice Voladico y el cementerio. Por último, el día 31 se conquisto tras duros combates la estación de ferrocarril y la fabrica de aceite consumándose el cerco que constreñía a los defensores al casco urbano.
Los primeros ataques republicanos tenían por objeto “apretar” el cerco sobre la población, ocupando para ello las afueras de la misma y obligar a los defensores a concentrarse en el casco urbano. El 29 de agosto los republicanos conquistaron la ermita de El Pueyo, y al día siguiente el vértice Voladico y el cementerio. Por último, el día 31 se conquisto tras duros combates la estación de ferrocarril y la fabrica de aceite consumándose el cerco que constreñía a los defensores al casco urbano.
Estas
primeras operaciones se complementaron con dos acciones destinadas a
desmoralizar a los defensores: el corte de suministro de agua (la
ofensiva republicana se había desatado en el verano y los soldados
de ambos bandos tenían un enemigo común: el fuerte calor) y los
primeros bombardeos del casco urbano. El 1 de septiembre, los
republicanos lanzan sobre el pueblo numerosos ataques aéreos, con
objeto de “ablandar” las defensas para su posterior asalto. El
día 2 los republicanos toman el Seminario y lanzan reiterados
asaltos contra el casco urbano. La 15ª Brigada Internacional,
apoyada por varios tanques, llega hasta la calle Mayor, entablándose
durísimos combates casa por casa. Debido al estallido fortuito de
uno de los morteros que usaban los defensores murieron varios de los
mandos nacionales, entre ellos el alcalde Ramón Trallero y el
comandante Luis Rodríguez Córdova.
Al
día siguiente los combates se suceden con gran intensidad, sin que
los republicanos consigan avanzar más que unos metros. Los
defensores nacionales luchan fanáticamente y prefieren morir en su
puesto antes que retroceder. La única forma de desalojarles de sus
posiciones es tomar cada casa a punta de granada. En esta furiosa
lucha bajo el calor del verano y sufriendo el hedor de los cadáveres
que pueblan las calles no hay lugar para la piedad y muchas veces los
internacionales fusilan a los enemigos que intentan rendirse. El día
4, como medida extrema para doblegar a los defensores, los atacantes
proceden al incendió de una parte del pueblo y a la voladura de
varias casas. Ningún bando cede y poco a poco la superioridad
numérica de los atacantes se hace notar, la mayor parte del pueblo
está en sus manos y los defensores solo mantienen un puñado de
reductos en torno a la iglesia de San Martín, la iglesia de San
Agustín y el ayuntamiento. El día 5 los republicanos conquistan la
iglesia de San Martín, el hospital, donde se capturan a 200 heridos
enemigos y una parte del ayuntamiento. Su victoria es ya casi
completa. Esa misma noche, 300 defensores nacionales liderados por el
comandante falangista Joaquín de Santa Pau intentan romper las
líneas enemigas con objeto de escapar hacía Zaragoza. Solo unos 80
lo consiguen, muriendo Santa Pau y el resto en el intento o en las
afueras de Belchite.
El
día 6 los republicanos se alzan finalmente con la victoria en
Belchite y finaliza la ofensiva sobre Zaragoza. La conquista del
pueblo les había costado más de 2.500 bajas entre muertos y
heridos. Por contra, habían causando un número similar de bajas
entre los defensores y habían capturado 2.411 prisioneros
nacionales. Pese a todo, esta victoria intrascendente serviría mucho
para alzar la moral republicana, muy dañada tras perder sus
territorios en el Norte de España.
El
10 de marzo de 1938 las tropas nacionales reconquistarán la
localidad.
Una
vez acabada la guerra, el general Franco instauró su dictadura
personalista basada en un nacionalismo católico que rayaba el
fanatismo. Franco decidirá los destinos de España hasta su muerte
en 1975. Una de sus decisiones fue la de no reconstruir el pueblo de
Belchite sino construir uno nuevo al lado, utilizando prisioneros
republicanos como mano de obra, y dejar las ruinas del anterior como
recuerdo propagandístico de la Guerra Civil. Hoy en día, cualquier
turista puede visitarlas y hacerse una idea de lo que fue el combate
entre sus calles durante aquella tragedia colectiva que fue la Guerra
Civil.
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