REFUGIOS ANTIAÉREOS DE BARCELONA




Barcelona es una ciudad monumental y con un gran patrimonio histórico. Es un placer detenerse a admirar cada esquina, plaza, calle y su pasado industrial y arquitectónico. Pero hay algo que nos oculta. Adentrarse en las entrañas de la ciudad descubres un tesoro arquitectónico de antaño, escondido debajo de sus edificios y calles, para cuidar la memoria histórica y a su vez permitir el olvido. Se trata de los refugios antiaéreos.
Hay muchos refugios construidos en Barcelona en la guerra civil. Pero nos centraremos en el actual descubrimiento de uno de ellos al ser sorprendente el encuentro que tuvo el refugio con su creador (el ser humano). Después de tantos años olvidado y solo en la memoria de una familia “los Tornés” el refugio salió de su escondite para reunirse con la sociedad e informar de su paradero.
En el barrio de Sant Andreu (Barcelona), un local fue alquilado hace un año y medio como garaje. Los nuevos propietarios se encontraron con la sorpresa que debajo de su garaje se encontraba un refugio antiaéreo de la Guerra Civil, con sus utensilios y herramientas de construcción intactas. El anterior propietario derribó en el año 1960 las dos casas que poseía su familia “los Torné” en pleno casco antiguo del barrio y lo substituyo por un bloque de pisos de alquiler. Se deshizo de todo, pero de lo que no podía deshacerse era del refugio, se encariño con él y lo conservo bajo el garaje. Los hijos comenzaron a usar aquella zona cercana a la entrada del refugio, como trasteros, sin darse cuenta que existía la construcción subterránea que estaba oculta con una discreta tapa metálica empotrada en el suelo.
El actual propietario, Xavier De la Cruz de profesión fotógrafo y su hermano Cesar, que investigan la historia de Sant Andreu, se sorprendieron al descubrir que debajo de aquella tapa metálica se encontraba un túnel que va a parar a unos pasadizos subterráneas. Podríamos llamarlo coincidencia o causalidad que personas tan implicadas en la historia se encontraran con aquel refugio de la Guerra Civil. Al poco tiempo los antiguos propietarios se presentaron para saludarles y para preguntarles si ya habían visto el refugio. Aquella pregunta puso a los hermanos De la Cruz sin palabras, les sorprendió aquella pregunta.
Los hermanos De la Cruz encantados con el descubrimiento no dudaron en bajar a explorar el refugio. Caminaron con cautela por si encontraban algún peligro y disfrutando de cada tramo que iban iluminando por su camino. Al poco tiempo llamaron a sus compañeros de investigación histórica local del Centre d’Estudis Ignasi Iglésias. Uno de los miembros de ese equipo de investigación, Jordi Petit, es arqueólogo que pudo interpretar los diferentes objetos y detalles de la construcción y documentar el lugar. Descubrieron que se trataba del refugio 525 de Barcelona, para hacernos una idea, hay una lista de la Generalitat republicana con un mínimo de 1.400 refugios. La conservación del 525 es excelente, sus galerías y escaleras tiene el mismo aspecto hoy que en los años 30. Su función fue proteger a los vecinos de los bombardeos de la aviación italiana. Algunos de los refugios hallados, posteriormente sirvieron como despensas particulares, bodegas clandestinas o incluso como bares de copas, pero este en especial se conservó en su plena oscuridad.
Nuestro protagonista está situado a 10 metros bajo el nivel del suelo, en su interior una escalera con su barandilla original fija en la pared, que conduce al interior del refugio. Al finalizar comienza las galerías, pasadizos oscuros, húmedos y fríos, donde se puede apreciar los objetos de aquella época, como los portalámparas de cerámica, cables eléctricos, el armario de almacenaje, el conducto de ventilación, un pico y una pala, el asiento del vigilante, los pequeños candiles de aceite y lo único que falta son los objetos de madera, como las puertas de los armarios o bancos para sentarse. El refugio es pequeño comparado con otros de Barcelona que incluso tienen lavabos.


La construcción de estos refugios primero eran aprobados por la Generalitat, seguidamente les asignaba un número. Ofrecían ayuda económica pero la construcción iba a cargo de los vecinos, que después de sus jornadas de trabajo iban a excavar. Al final de la guerra, muchos vecinos construyeron en sus viviendas particulares una construcción muy parecida y más pequeña que los refugios. Algunos testigos que en aquella época eran unos niños, recuerdan que jugaban con numerosas montañas de tierra que extraían de los refugios. El mundo infantil puede ser muy detallista para contar algo que un adulto no se fija en aquel momento, pero aquella descripción de montañas de tierra, demuestra la magnitud de pequeños túneles que hay en los barrios de Barcelona.
Los refugios ayudaron a salvar muchas vidas, a que los vecinos respiraran en paz y se sentían protegidos, una construcción que está en el olvido pero que en realidad fue en su momento la medicina de la salvación de los ciudadanos de la Guerra Civil Española.

Mary Gutiérrez  




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